30 de abril, DÍA INTERNACIONAL DEL JAZZ. 

¿Balón de oxígeno para un género musical agonizante?

Unesco estableció en 2011 el día 30 de abril como fecha de conmemoración del Día Internacional del Jazz por considerar que este género musical fomenta valores tan deseables como la igualdad entre sexos, grupos y comunidades, la innovación artística, el protagonismo de la juventud o el diálogo intercultural.

Ahora bien, al hablar de jazz surge inmediatamente la cuestión: ¿Sigue vivo el jazz o se trata más bien de un género musical agonizante? Este año los principales eventos conmemorativos tienen lugar en Osaka (Japón) donde concurren una serie de estrellas del jazz encabezadas por Herbie Hancock y todo ello no por casualidad. Allí parece florecer el jazz con más de cien clubes dedicados a la práctica de este género musical sólo en el área de Tokyo -algo parecido a lo que sucede con nuestro flamenco- mientras en Estados Unidos su relevancia es mucho menor que la que tenía hace diez o quince años y casi insignificante en comparación con lo que significó el jazz hace cincuenta o sesenta años.

El célebre trompeta Nicholas Payton defiende que el jazz debe pasar a denominarse BAM (Black American Music), por considerar que los presupuestos de lucha racial que se encuentran en los orígenes históricos del género son consustanciales con este tipo de música. Confinado a ese espacio, es lógico que el jazz vaya decayendo a medida que la discriminación racial lentamente va siendo superada. 

La realidad es contradictoria con la tesis de Payton. El jazz, alejado de sus orígenes afroamericanos en su particular diáspora planetaria, potencia su carácter de espacio propicio a la libertad creativa. El jazz es sin duda un tipo de música que, con independencia de las circunstancias sociológicas propias del momento, siempre encontrará quien necesite interpretarla y quien desee escucharla.